El hotel es precioso. Está en un edificio antiguo bien cuidado. La decoración recuerda mucho la de un palacio de verano. Mucho blanco y crema por doquier. Las cortinas, por ejemplo, son en tonos pastel haciendo juego con el resto de la decoración.
Nuestra habitación era amplia. La cama inmensa. Teníamos un buen televisor de plasma con canales internacionales. El mini bar estaba bien surtido. La habitación era tan grande que dentro no sólo había los muebles propios de un dormitorio sino también una especie de salita incorporada. Era muy cómoda.
Lo mismo puedo decir del cuarto de baño. Mucho mármol en suelos y paredes, una gran pileta, un espejo igual de grande. Lo que era más de andar por casa era la bañera. Me recordó la de mi casa.
Todo estaba muy limpio, tanto en nuestra habitación como en las estancias comunes. Las piscinas, por ejemplo, invitaban a nadar de lo limpias que estaban, cosa que no puedo decir de las piscinas de muchos otros hoteles, sobre todo de los de sol y playa.
La playa te queda a pie de hotel. Es un lujo de playa. La ubicación del Hotel du Palais Biarritz es, pues, ideal para unas vacaciones de verano.
Lo que más disfruté fue el spa. Os lo recomiendo. Es enorme. Te hacen tratamientos corporales personalizados según tus necesidades. También tenían tratamientos para el cabello.
El spa tiene cinco plantas, casi mil metros cuadrados. No puedes perdértelo.
Tampoco debes perderte el salón Eugénie. Sirven unos pastelillos deliciosos para acompañar el té o el café. Yo siempre pedía mesa en la terraza.