Lector:
Yo a mi esposa sólo le regalo pendientes de los bazares chinos de mi barrio. Me parece un derroche ir a esa casa de subastas de Londres a comprar unas joyas de la Condesa de Romanones para que mi santa las luzca en su cuello. Nosotros somos unos honrados votantes del PP que damos ejemplo por tontos.
En cambio la amiga de Don Juan Carlos, Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, luce unas joyas que quitan el hipo a los borrachos. Son fabulosas. No quiero pensar en quien se las pudo haber regalado porque uno no debe ser mal pensado y menos en un país donde el Gobierno tiene que tirar de la hucha de las pensiones para pagar las extras de verano.
Lo único que se puede decir es que la tal Corinna Zu Sayn-Wittgenstein tiene buen gusto para las joyas. Ese collar, que hace que tantos nos preguntemos quien se lo habrá regalado, es precioso. Lo puede colgar al cuello o subirlo a la cabeza. Corinna, de momento, se lo pone de collar.
Yo a mi esposa sólo le regalo pendientes de los bazares chinos de mi barrio. Me parece un derroche ir a esa casa de subastas de Londres a comprar unas joyas de la Condesa de Romanones para que mi santa las luzca en su cuello. Nosotros somos unos honrados votantes del PP que damos ejemplo por tontos.
En cambio la amiga de Don Juan Carlos, Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, luce unas joyas que quitan el hipo a los borrachos. Son fabulosas. No quiero pensar en quien se las pudo haber regalado porque uno no debe ser mal pensado y menos en un país donde el Gobierno tiene que tirar de la hucha de las pensiones para pagar las extras de verano.
Lo único que se puede decir es que la tal Corinna Zu Sayn-Wittgenstein tiene buen gusto para las joyas. Ese collar, que hace que tantos nos preguntemos quien se lo habrá regalado, es precioso. Lo puede colgar al cuello o subirlo a la cabeza. Corinna, de momento, se lo pone de collar.