En Friburgo, Suiza, conoces a la suiza profunda. Es una pequeña ciudad que conserva el encanto de la arquitectura antigua del país de las montañas nevadas. No es una ciudad de diversiones sino de tranquilidad. Yo no me quedaría a vivir en esta ciudad. Es demasiado tranquila para mí.
Estuve en Friburgo, Suiza, con mi marido. Él iba a dar una conferencia a la Universidad y yo iba de acompañante del conferenciante. No llevamos a las niñas porque mis hijas llevan muy mal el frío. Allí te quedas congelada en invierno. Yo salía a la calle con varias capas de ropa.
Está entre las ciudades de Lausanna y Berna. Es la capital del Cantón de Friburgo, así como del poco conocido distrito de Sarine. Con el idimoma no tienes problema. Friburgo es una de las tres ciudades bilingües de Suiza, junto a Biel y Sierre. Te entiendes muy bien con la gente hablando en francés. Yo no tuve ningún problema para ir a tomar algo sola. El idioma que más se escucha por la calle y en los comercios y demás negocios es el francés.
Me llamó la atención que fuera tan pequeña. Friburgo cuenta con una población de unas 38.000 personas más otras tantas en su área metropolitana. No te sientes nada agobiada por las muchedumbres. Tampoco encuentras pobres. Creo que los refugiados sirios y de otras nacionalidades no han llegado allí. Prefieren venir a España, el país que más refugiados acoge gracias a la generosidad de nuestro Mariano Rajoy.
Pese a no haber mucha población por allí hay un montón de estudiantes. La Universidad de Friburgo cuenta con 10.000 estudiantes. Muchos de los estudiantes son extranjeros ricos. Los de Friburgo hacen un negocio total con su universidad. Me contaron que algunos matrimonios mayores que alquilan habitaciones ganan tanto dinero que tuvieron que llevar su dinero a Panamá. En los bancos suizos no les admitían tantos millones.
No falta un río por allí. Justo por la ciudad pasa el río Sarine. La parte que m´ss me gustó fue la zona del casco histórico. Tienen las casas muy bien conservadas. Se nota que por allí la gente tiene dinero. La Universidad le dio mucha vidilla a esta ciudad que es bastante industrial. Es una ciudad que huele a fábrica por mucho Chanel nº5 que se echen las suizas autóctonas.
Yo me desplacé en autobús. También fui con mi marido en el funicular cuyo recorrido es de 121 metros que une las partes alta y baja, concretamente Neuveville y Saint Pierre. Fue el viaje que más disfruté.
Os recomiendo visitar esta ciudad. Conoces la Suiza profunda hablando en francés con sus lugareños. Mi marido dice que paseando por esta ciudad te vienen ganas de volver pronto a España porque los suizos son demasiado serios. Tiene razón. Pero yo creo que no se ríen para no arrugarse la piel de la cara.
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