Amiga mía:
Te imagino tentada a robar cremas antiedad en el supermercado Eroski. Esta mañana te has levantado con mala cara. El espejo te recordó la edad y te viniste abajo. Una pata de gallo más marcada, el entrecejo de señora de cincuenta años, el código de barras sobre el labio superior, un hoyuelo que no era tan hoyuelo y esa mancha del sol de Marbella en la mejilla... Seguro, piensas, tu marido se ha dado cuenta de que ya no eres la joven de veinte años que lo enamoró. Cualquier día te deja. Te pedirá el divorcio. Os pelearéis. Él se irá con una joven modelo, tendrá otro hijo. Tú recibirás llamadas de las amigas preguntando cómo acabó lo vuestro. Eráis una pareja santa y cristiana.
Abres el cajón del tocador donde escondes las cremas antiedad que te vende tu consultora de Mary Kay y encuentras los tarros casi vacíos. La llamas. Te dice que está haciendo un viaje pagado por la compañía. Las cremas te las envía por Seur. En 24 horas las tendrás en casa.
Pero tú no puedes esperar tantas horas. Seguro que ya está abierto el Eroski del Barrio de Salamanca. Te duchas, te vistes y sales sin desayunar a buscar la crema que te rejuvenecerá la cara con sólo untarla por tu piel mixta. En el supermercado hay una cola interminable en todas las cajas. ¿Y si vas por la caja rápida? Mejor no, porque es automática y no te entiendes.
Por eso huyes con las cremas por donde entraste. Las has metido en ese bolso grande que llevas. ¡Qué suerte! El aparato antirobo no pita. El guardia de seguridad de la puerta te dice adiós muy contento. Ha sido un acierto robar las cremas. Le has ahorrado al Eroski 150.000 euros y el chico de Prosegur conservará su empleo.
Un saludo
Yo voto al PP
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