Cómo evitar un desastre climático: Las soluciones que ya tenemos y los avances que aún necesitamos de Bill Gates y Carlos Abreu Fetter es un libro disparatado. Bill Gates ha perdido tanto la cabeza que propone que los barcos tengan motores nucleares. No sé si las emisiones de gases contaminantes irán a cero. Lo que sí sé es que podemos acabar nuestras existencias con todos esos barcos de motores nucleares explotando.
Encima nos vende una tecnología que ha soñado en una noche de tormenta como la solución al efecto invernadero. También nos mete miedo: en el año 2050 el cambio climático puede resultar tan mortífero como el coronavirus. En el año 2100, cinco veces más mortífero. Echa números y le salen 51.000 millones de toneladas de gases contaminantes al año que suben de la Tierra al Cielo. No aprovecha para contarnos lo mucho que contamina su avión privado en los viajes que hace a lo largo del mundo. Eso sí, al principio del libro se declara culpable del cambio climático en la parte que le corresponde.
Nos dice que hay que poner los gases contaminantes a cero. La atmósfera es como una bañera llena de agua, si dejas que le entre un hilo de agua se desborda. Por eso insiste una y otra vez en los gases contaminantes a cero. No sé si él está haciendo algo en este momento para no contaminar el aire. En el libro no dice que haya cambiado su avión privado por un caballo.
Analizado el problema, el señor Gates empieza a explicar todas las tecnologías del momento para ponernos a cero en gases contaminantes. No sólo se centra en el sector del transporte. También las demás actividades centran su atención. Hasta nos echa unas cuantas parrafadas sobre la alimentación. Parece decidido a que comamos más sano que nunca habían comido nuestros antepasados.
Hay que empezar cuanto antes a instalar más energía eólica y solar. A la vez debemos apostar por la energía nuclear fabricada en otro tipo de centrales nucleares, por la fusión nuclear, por el coche eléctrico, por el hidrógeno, por los biocombustibles avanzados de segunda generación, por barcos portacontenedores con motores nucleares... Y aun así no llega para ponernos a cero. Habrá que inventar nueva tecnología.
Yo creo que es mejor que las autoridades de los países no le hagan mucho caso a este hombre. Por ejemplo, cuando propone lanzar partículas por encima de la atmósfera para enfriar el planeta me echo a temblar. Mejor que no echen nada.
Pese a no estar de acuerdo no con un 10% de lo que dice Bill Gates, os recomiendo su libro. Yo lo leí de un tirón. Como bien decía Calderón de la Barca, los sueños sueños son. Lo malo es que los sueños de Bill Gates se pueden convertir en realidad con su dinero y con su poder. Ya me veo viajando en un barco con un motor nuclear o sufriendo una lluvia tóxica porque algún gobierno de Estados Unidos tenga la feliz idea de elevar partículas por encima de la atmósfera para enfriarnos el mundo. Mejor que estén quietos. Bill Gate debería centrarse en dar ejemplo, dejando su avión privado aparcado, su coche aparcado, eliminando las hamburguesas de su dieta y repartiendo el mucho dinero que tiene entre los pobres. Cuando vea al señor Gates desplazarse andando o en burro, comiendo lechugas y con la calefacción apagada en su casa, seguiré su ejemplo. Seguro que entre él y yo arreglamos el efecto invernadero.
Encima nos vende una tecnología que ha soñado en una noche de tormenta como la solución al efecto invernadero. También nos mete miedo: en el año 2050 el cambio climático puede resultar tan mortífero como el coronavirus. En el año 2100, cinco veces más mortífero. Echa números y le salen 51.000 millones de toneladas de gases contaminantes al año que suben de la Tierra al Cielo. No aprovecha para contarnos lo mucho que contamina su avión privado en los viajes que hace a lo largo del mundo. Eso sí, al principio del libro se declara culpable del cambio climático en la parte que le corresponde.
Nos dice que hay que poner los gases contaminantes a cero. La atmósfera es como una bañera llena de agua, si dejas que le entre un hilo de agua se desborda. Por eso insiste una y otra vez en los gases contaminantes a cero. No sé si él está haciendo algo en este momento para no contaminar el aire. En el libro no dice que haya cambiado su avión privado por un caballo.
Analizado el problema, el señor Gates empieza a explicar todas las tecnologías del momento para ponernos a cero en gases contaminantes. No sólo se centra en el sector del transporte. También las demás actividades centran su atención. Hasta nos echa unas cuantas parrafadas sobre la alimentación. Parece decidido a que comamos más sano que nunca habían comido nuestros antepasados.
Hay que empezar cuanto antes a instalar más energía eólica y solar. A la vez debemos apostar por la energía nuclear fabricada en otro tipo de centrales nucleares, por la fusión nuclear, por el coche eléctrico, por el hidrógeno, por los biocombustibles avanzados de segunda generación, por barcos portacontenedores con motores nucleares... Y aun así no llega para ponernos a cero. Habrá que inventar nueva tecnología.
Yo creo que es mejor que las autoridades de los países no le hagan mucho caso a este hombre. Por ejemplo, cuando propone lanzar partículas por encima de la atmósfera para enfriar el planeta me echo a temblar. Mejor que no echen nada.
Pese a no estar de acuerdo no con un 10% de lo que dice Bill Gates, os recomiendo su libro. Yo lo leí de un tirón. Como bien decía Calderón de la Barca, los sueños sueños son. Lo malo es que los sueños de Bill Gates se pueden convertir en realidad con su dinero y con su poder. Ya me veo viajando en un barco con un motor nuclear o sufriendo una lluvia tóxica porque algún gobierno de Estados Unidos tenga la feliz idea de elevar partículas por encima de la atmósfera para enfriarnos el mundo. Mejor que estén quietos. Bill Gate debería centrarse en dar ejemplo, dejando su avión privado aparcado, su coche aparcado, eliminando las hamburguesas de su dieta y repartiendo el mucho dinero que tiene entre los pobres. Cuando vea al señor Gates desplazarse andando o en burro, comiendo lechugas y con la calefacción apagada en su casa, seguiré su ejemplo. Seguro que entre él y yo arreglamos el efecto invernadero.
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