La barbacoa no es sólo una canción de Georgie Dann, también es una barbacoa la situación del Rey Juan Carlos. Lo tenemos de barbacoa en todas las portadas, al lado de un hijo que no es su hijo y sonriendo a una mujer que no es su esposa. La casa donde don Juan Carlos organiza la barbacoa de su segunda familia, no conocida en aquel entonces, es una casita del Estado. El Jefe del Estado la utilizaba para sus encuentros con la amante que le ha salido más jodida.
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Tenemos ahora a la señora Larsen sacando las fotos del álbum de los recuerdos en el Paris Match. Supongo que le pagarán cada fotografía. Sería una pena que esa intimidad personal no fuera recompensaba con algo más que los 65 millones que el Rey Emérito le regaló a su amor rubio. La señora Larsen necesita hacer caja. No le conocemos recambio para don Juan Carlos. A su edad dudo que lo encuentre. Los hombres con la bragueta floja suelen buscar mujeres más jóvenes. Sino que le pregunten al torero Enrique Ponce, otro hombre con muchas debilidades en la entrepierna.
Espero que las empresas que venden barbacoas portátiles sepan sacar ganancia. Es momento para poner las fotos de sus barbacoas en todas las vallas publicitarias del país. La barbacoa se ha puesto más de moda que cuando Georgie Dann cantaba su famosa canción. Yo misma tengo ganas de comprar una barbacoa y de encontrar a mi rey Juan Carlos, putero, infiel y millonario. En el fondo, casi admiro a la señora Larsen. Corinna es una mujer poderosa. Lo está consiguiendo: cuando acabe de sacar su álbum de fotos a la luz, puede que España deje de ser una Monarquía para convertirse en una República.
Doña Jimena
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